La trata de personas no se ha acabado, ni tampoco es un delito aislado donde uno que otro proxeneta lo practique o lo ejerza de vez en cuando. Definitivamente, este problema continúa y continuará y lo más preocupante de manera organizada.
Y es que hay una serie de dificultades que permiten que estas mafias continúen, como la falta de presupuesto y falta de interés por crear un mapa de riesgo o trabajar de manera coordinada. Por lo menos ahora la Unión Europea es la que estará financiando un poco este trabajo contra todos aquellos que utilicen a menores de edad no solo para actos sexuales, sino también para la explotación laboral.
Según las estadísticas que maneja la Defensoría del Pueblo, son 109 casos que se han dado hasta la fecha y la mayoría relacionados con trata de menores para actos sexuales, mientras que 24 son de tipo laboral, solo de los que han conseguido registrarse gracias a las denuncias o investigaciones realizadas por la Policía y Fiscalía.
Lo cierto, es que estas cifras deben haberse incrementado mucho más durante el tiempo de pandemia, en que tanto bares como cantinas han utilizado mujeres no solo peruanas sino también extranjeras, cometiendo un doble delito, el de la explotación sexual y laboral.
Es por ello, que se hace necesario un trabajo coordinado, y difundir sobre todo en zonas como la sierra donde las menores son traidas mediante engaños para luego esclavizarlas sexual o laboralmente, ahí es donde se debe hacer más trabajo de sensibilización, difundir las modalidades de estas mafias para que tanto las familias como las menores estén preparadas y advertidas y así no se dejen engañar.
Por otra parte, se hace necesario también que se asignen los presupuestos necesarios para poder enfrentar esta lacra, además, a las cifras de trata sumar también las de desaparecidas, y hacerles un seguimiento, porque si bien es cierto muchas se fugan por problemas familiares, otras pueden ser víctimas de proxenetas y bandas dedicadas al tráfico de personas o tráfico sexual.
