La extorsión y el sicariato se han convertido en la modalidad más recurrente de las bandas organizadas que operan en Piura para obtener dinero rápido y, también, para eliminar a la indeseable competencia.
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Y la herramienta para sus fechorías, además de las armas de fuego, es la moto lineal. En ellas (como el crimen del policía Carlos Ternero) los sicarios asesinan; recorren calles para ‘marcara víctimas‘; las utilizan para ‘ruletear‘ (robos al paso); y también para colocar explosivos en las casas de sus víctimas.
En Piura, el parque automotor de las motos lineales ha crecido aceleradamente porque es un vehículo económico y ayuda a los trabajadores y estudiantes a movilizarse; sin embargo, el hampa, la convertido en el vehículo versátil para sus fechorías que les permite camuflarse y cubrir sus rostros con los cascos cerrados, además, fugar con suma facilidad tras cometer algún delito.
A pesar que la Policía sabe del uso de estos vehículos y ventajas para los delincuentes no hay operativos permanentes contra estos vehículos que circulan por la ciudad; hacen paraderos casi en las puertas de los bancos o empresas y transitan por las urbanizaciones robando al paso.
Quizás la Policía no tenga vehículos capaces de seguir a los sicarios y marcas en motos, ni la pericia suicida de los delincuentes para conducirlas, pero desde ya debería poner más celo con estos vehículos y establecer alguna estrategia para incautar y detener a los forajidos que las conducen y que, casi siempre, circulan con armas de fuego. Estos delincuentes hoy, bajo el camuflaje de los cascos cerrados, son dueños de la ciudad.
