Aunque ciertos dirigentes de los gremios de motos lineales que hacen hoy competencia desleal en el servicio público protesten, la realidad es que debajo de los cascos cerrados que usan muchos motorizados en dos ruedas, se esconden sanguinarios sicarios; sagaces ruleteros y ladinos marcas que recorren las entidades financieras.
Todos ellos camuflados como ‘honrados’ motociclistas; trabajadores o estudiantes universitarios… hasta que sacan el arma y disparan sin piedad.
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Hace bien el jefe de la Región Policial en anunciar la “cacería” de motociclistas en las calles quienes son, en el 90% de los casos, los causantes de la zozobra, inseguridad y el reguero de sangre en las calles. Y los motociclistas trabajadores no tienen por qué oponerse… el que no la debe no la teme, después de todo los delincuentes motorizados son los causantes del desprestigio de los propios motociclistas.
Sin embargo, habría que recomendarles a los policías a cargo de los operativos, que dejen tranquilos a los vehículos conducidos por estudiantes mujeres o de padres que transportan a sus hijos.
Ellos son casi siempre el objetivo de los operativos, pero no se intervienen a las motos deportivas, pisteras y sospechosas que circulan con un pasajero con mochila (para aparentar ser estudiante) que bajo el cinto llevan siempre un arma.
En esta tarea de imponer orden y dar seguridad a la población, también deben entrar en las intervenciones a los mototaxis sospechosas, cuyos conductores también son parte de alguna banda de delincuentes o bien asaltantes despiadados.