El sueño de la casa propia se ha convertido para muchos en la peor pesadilla de sus vidas, las ilusiones de tener una casa y así dejar de pagar los incómodos alquileres, ha sido durante muchos años el motor de las jóvenes familias para ahorrar, empeñar o hipotecar sus vidas con tal de conseguir un préstamo y hacerse de un techo para sus familias, sobre todo hoy en día que el Gobierno da facilidades con los programas de Techo Propio.
Lamentablemente, no todas las empresas que ofertan viviendas, supuestamente avaladas por Techo Propio, están lo suficientemente capacitadas como para cumplir el trabajo a cabalidad. Esto ha hecho que haya un sinnúmero de quejas y protestas exigiendo la entrega o construcción de los módulos. Pero, sobre todo, al hecho de que muchos de estos proyectos, que además ya han vendido todos sus módulos, hasta la fecha no tienen ni siquiera el código que valida la construcción para que los posibles propietarios accedan al bono.
En este difícil camino de ser codificados, quienes más padecen son los piuranos que con mucho esfuerzo compraron módulos y a la fecha, algunos, ya terminaron de pagar su casa y esta ni siquiera está construida. Es más, uno de los proyectos que se encuentra en esta situación ha vendido módulos en diversas etapas, y solo ha conseguido código para la primera, pero a la fecha y tras cuatro años de espera, ni siquiera a los beneficiarios de la primera etapa se les ha hecho entrega de los módulos.
La situación se torna oscura para esta gente y lo peor de todo es que el Ministerio de Vivienda se mantiene al margen de este asunto, cuando lo que debería hacer es establecer las reglas de juego y que cada empresa invierta su capital, construya, saque código y una vez con este aval ya pueda vender los lotes. De lo contrario se deja la mesa servida para los estafadores.