Tras las dos lamentables muertes de los jóvenes estudiantes Inti Sotelo y Bryan Pintado, y las decenas de heridos que dejó la marcha de protesta contra la asunción del Manuel Merino; la Policía Nacional se encuentra nuevamente en el “ojo de la tormenta”, ya no por los actos de corrupción en los que se ven envueltos algunos de sus efectivos, sino por la violencia con la que actuaron durante las marchas de protesta pacífica realizadas en la ciudad Capital.
Y es que nuestra otrora gloriosa Policía Nacional, lamentablemente no ha logrado hasta ahora recuperar la confianza entre la población debido a que no solo está en el blanco de los cuestionamientos por los actos de corrupción, sino porque incluso entre sus filas hay policías que se han dedicado a prácticas vetadas como es el “sembrado” de pruebas; algo que se ha convertido en un secreto a voces, pero que nadie se atreve a denunciar.
Y, en este caso de los dos jóvenes caídos a manos de la violencia policial, volvió a surgir este tema del “sembrado”, pues los familiares de uno de los jóvenes denunció que tras conocerse de la muerte de su familiar, unos policías intentaron ingresar a su vivienda, lo que no lograron por la presencia de los vecinos que impidieron que puedan “sembrarles” algo para incriminarlos.
Estas prácticas y otras que desdicen de la verdadera función de la Policía Nacional, son condenables y los altos mandos de la institución policial tienen que tomar medidas al respecto, a fin de devolverle a la población la co confianza en su Policía Nacional, y dejar de verla con temor a que pueda “sembrarle” algo. La institución policial urge a gritos de una reestructuración total que la vuelva a convertir en la amiga de los peruanos.