La frivolidad de la presidenta, Dina Boluarte, con sus costosos relojes Rolex, dio motivos suficientes a la oposición y a la “caviarada” para aprovechar su voluble carácter y ponerla al borde de la vacancia. Pero el problema más grave no es la presión que ejercen sobre ella para que deje la presidencia y convoque a nuevas elecciones, como lo piden a gritos sus opositores, sino algo mucho más grave: la gobernabilidad del país.

Los caviares, heridos en su amor propio al ser despojados, junto a Pedro Castillo, del poder del Gobierno, han buscado por todos los medios algún motivo para sacarse de encima y vengarse de la Boluarte, a quien consideran una “traidora” a PL y al juramento que hizo a Pedro Castillo, hoy preso por el fallido golpe de estado.

Los rólex les ha dado esa oportunidad y no piensan desaprovecharla. Por lo pronto, han echado mano de sus conexiones en el MP para avivar el fuego de la ingobernabilidad al ordenar el allanamiento de la vivienda de la mandataria y de Palacio de Gobierno en busca de las joyas que, según las hipótesis fiscales y la oposición, se habrían obtenido de manera ilícita, aprovechándose de su cargo.

Este nuevo conflicto trasciende ahora el ámbito del chisme para convertirse en cuestión de Estado. La oposición ya está pidiendo vacancia, mientras Dina hace alarde de poder presentándose con sus ministros y los jefes de las FF. AA. En ese tira y jala quien pierde es el país, pues cuando ya se creía que los conflictos políticos habían menguado, estos vuelven con fuerza y ponen en riesgo la gobernabilidad, pero también al país como destino de las inversiones. ¿Cuánto más retrasarán el desarrollo del país?