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Editorial: Negocio del miedo
mayo 14, 2024
Autor: Luz María Ramos Culquicondor

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El delito de extorsión se ha convertido en una de las actividades más lucrativas para obtener dinero “rápido y fácil” a través del terror. Es por ello que los delincuentes en penales, como el de Piura, hacen sus mejores esfuerzos para obtener un celular, la herramienta más importante e indispensable hoy para la extorsión.
Ahora se entiende por qué los internos en el Penal de Piura se dan maña para introducir microcelulares poniendo en riesgo, incluso, a sus propias parejas y parientes. Tan solo en este año se han decomisado más de 50 aparatos, así como chips habilitados para llamadas al exterior. Con los celulares se encontraron listas de decenas de ciudadanos que son víctimas de estos indeseables.

Con el decomiso de aparatos de comunicación en las mismas celdas, también han caído más de una docena de mujeres, la mayoría de ellas parejas de los internos quienes, desafiando a su propia suerte, han intentado ingresar en sus partes íntimas celulares para sus parejas, y no precisamente para conversaciones románticas o de añoranza.

El problema es que a pesar del control que se imponga en el ingreso a los penales, los extorsionadores siempre están un paso adelante, pues además de la ‘creatividad’ y complicidad para introducir estos aparatos, la corrupción juega en pared con ellos, lo que les permite tener celulares para seguir con el delito de extorsión como lo evidencian los constantes decomisos. ¿Hasta cuándo habrá que esperar para que el gobierno utilice la tecnología y bloquee la salida de llamadas desde los penales? Por lo menos en algo parará este delito.

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