Hace bien el jefe de la Primera Región policial, Manuel Farías, en pedir la rotación de más de 2 mil 200 policías de Piura, pues algunos de estos, aparte de ser coimeros y extorsionadores de temerosos ciudadanos, no se identifican con la institución; carecen de vocación de servicio y hasta se hacen de la vista gorda con los delitos ya que los hábiles delincuentes se han hecho sus “patas”, con lo cual dejan pasar sus fechorías y en el peor de los casos, hasta se convierten en informantes de las organizaciones criminales.

No es secreto la penosa descomposición que sufre la institución, una de las más importantes de la sociedad porque su misión es proteger los bienes y la propia vida de los ciudadanos. Esto alienta a la delincuencia y repercute en la propia institución restándole autoridad frente a la ciudadanía.

En otros casos, muchos ciudadanos temen más a los policías que a los delincuentes porque en cada intervención, aprovechándose del poder del uniforme, comente abusos y extorsionan a los intervenidos.

Limpiar la institución de estos malos elementos llevará tiempo, pero por algo deben empezar y la rotación de más de dos mil efectivos permitirá deshacerse del lastre en la Policía en Piura, pero también servirá como mensaje para todos los que son efectivos, que entiendan que su misión y trabajo es proteger a la población y luchar contra el cáncer de la delincuencia que se ha apoderado de la región Piura.

Ojalá que los que vengan en su reemplazo, entiendan bien el mensaje a ver si por fin los piuranos pueden dormir o caminar tranquilos por su ciudad.