La impotencia e indignación de estar viviendo algo que pensaron que jamás volvería a suceder, es lo que sienten los pobladores del Bajo Piura, específicamente de los centros poblados de Pedregal Grande, Pedregal Chico, y otros de la zona, que ayer tuvieron que salir a refugiarse a otros lugares, pues el desborde del río era inminente.

Abandonados a su suerte, como hace casi seis años, pues a pesar de que trataron de protegerse ellos mismos colocando sacos terrenos con apoyo del Ejército Peruano, el río no respetó y empezó a filtrarse; para hoy ya están todos fuera de sus casas albergados en la vivienda de algún familiar. El panorama, es igual en toda la región donde el ciclón Yaku ha dejado muerte y destrucción a su paso.

Todo esto por la falta de prevención y, lo que es peor, de la corrupción e ineficiencia de la Autoridad para la Reconstrucción con Cambios (ARCC), que no ha hecho casi nada como la actual directora ejecutiva de esa entidad lo han reconocido. No se ha hecho nada; sin embargo, según el contralor Nelson Shack, se ha gastado 11 millones de soles en consultorías, que podemos adivinar a donde han ido a parar.

Desde las lluvias del fenómeno de El Niño en 1983, arrastramos los mismos problemas, y la única solución que hasta ahora las autoridades han adoptado son los dichosos sacos terreros, como muestra de la falta de capacidad de respuesta a eventos de los cuales no hemos aprendido nada.

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