El Perú es un país donde los chifas, las cevicherías y las farmacias son los negocios más rentables.
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En especial las farmacias, porque muchos ciudadanos no cuentan con un sistema eficiente de atención a su salud, por tanto, quien enferma vive un viacrucis para una atención médica por lo cual, de no ser una enfermedad grave, recurre casi siempre a su «atención médica en la farmacia de la esquina».
Allí el vendedor, así no tenga experiencia alguna, receta medicamentos sin restricción alguna.
Y casi siempre prefiere recetar la medicina de «marca» que viene en colores, actúan rápido, protegen el estómago y hasta ‘prolonga la vida’ del paciente.
Claro, con el precio hasta el paciente se cura por el susto. Por ello, llama la atención que a pesar de la alta demanda de medicinas en el país el Minsa se haya olvidado de renovar la norma que obliga a las farmacias a vender medicamentos genéricos, mucho más baratos.
Y ha sido necesario toda una campaña periodística para que el Ministro de Salud apure la ampliación de la norma, pues de por medio habían sospechas de que las cadenas de medicamentos estaban haciendo lobby, porque los genéricos no dejan margen de ganancia como los de ‘marca’.
Y es bueno que el ministro haya tomado esa decisión y ahora exija, a través de un nuevo decreto de urgencia presentado al Consejo de Ministros, que las farmacias ofrezcan hasta el 30 % de su stock en medicinas genéricas esenciales.
Lo beneficioso para la población de escasos recursos es que por ley se establezca que las farmacias vendan hasta el 40 % de genéricos, pues tienen los mismos componentes que los de marca.