El sistema de salud en el país es deprimente y denigrante para los miles de pacientes que tienen la desdicha de enfermarse. Si es asegurado, el viacrucis empieza desde la primera cita; conseguirla es toda una hazaña. Hay que madrugar y luego esperar meses por los análisis. Y si es una operación, rogar y rezar para que lo intervengan antes de que la enfermedad gane.
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“Lo grave de esta situación es que se pone en riesgo la vida y salud de cientos de pacientes …”
¿Medicinas? Solo las más comunes y baratas, igual, tiene que gastar comprándolas en las farmacias. Y si no es paciente asegurado, el drama es el mismo en Salud, en cuyas postas y hospitales no hay suficientes turnos para la avalancha de pacientes; faltan médicos; no hay capacidad de camas y por último, solo se operan los casos más graves… si se tiene suerte.
Por ello, no llama la atención el calvario de los pacientes de hemodiálisis que corren el riesgo de que les cierren las clínicas que tercerizan el servicio, porque EsSalud no les paga desde hace cinco meses. ¿Qué negocio se sostiene dando crédito a largo plazo por sus servicios? Lo grave de esta situación es que se pone en riesgo la vida y salud de cientos de pacientes que requieren dializarse en las seis clínicas afectadas por las deudas.
Es esta indolencia, incapacidad de gestión, el compadrazgo, la corrupción y la lentitud en aplicar políticas eficientes en el sector lo que ha vuelto al sistema de salud en nuestro país en un pesado paquidermo que, en lugar de ayudar en la salud pública del peruano, lo condena a la depresión, la ansiedad y la tristeza de saber que, a pesar que han pagado por muchos años por un seguro de salud, terminarán abandonados a su suerte y hasta expuestos a la muerte.