La informalidad como mecanismo para sobrevivir en el país está creciendo a niveles preocupantes. Una de las causas es la recesión que vive en el Perú, lo que ha llevado a incrementar la tasa de desempleo. Piura está entre las regiones con mayor índice de desempleo (7%) junto a Trujillo, Cajamarca, Chiclayo y Chimbote. 

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Y lo que nos trae este desempleo es la creación de puestos informales de trabajo. El ambulante, mototaxista, el taxista pirata y el “motolineal”, además de la delincuencia, son fruto de la incapacidad del Gobierno y sus constantes crisis políticas las que han llevado a espantar a la inversión privada, la principal creadora de fuentes de trabajo. La corrupción en el aparato estatal hace lo suyo: retrasa la inversión pública.                                   

Frente a este panorama, la “chamba” en motolineal se presenta como la panacea para tener dinero rápido y sin mayor trámite legal. De esta ocupación (como el ambulante) dependen hoy muchas familias, aunque se vea competencia desleal para otros sectores del transporte formal como el taxi disperso o el mismo mototaxi, a quienes la MPP les exige el pintado del vehículo, cilindrada del vehículo y una serie de requisitos.                                 

Por el contrario, el motociclista no requiere más que una destartalada moto para prestar un servicio que en cualquier parte del mundo es proscrito por ser un peligro para la vida de los pasajeros. 

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Aún así, muchos gremios fortalecidos por la inercia de la autoridad edil y policial, hoy se creen con derecho a seguir poniendo en riesgo la vida de las personas, compitiendo deslealmente con el servicio formal y hasta sirviendo como camuflaje para las bandas organizadas y sicarios.