Poco a poquito nos van diciendo la realidad del Niño Global y del Niño Costero, que debe estar llegando con todo su potencial desde el mes de diciembre de este año.
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Lamentablemente, las cosas parecen estar escritas con tinta indeleble. De que habrá, habrá, y si aún quedan dudas, estas sólo se refieren a si se hacen o no se hacen las obras de mitigación, porque incluso, comienza a quedar descartado que se traten de lluvias débiles.
Todo apunta a que nuestro próximo verano será bastante lluvioso, y esto preocupa, pues mucha de la infraestructura no está preparada para soportar caudales de proporciones superiores a las que nos trajo El Niño Costero pasado. Lo que no entendemos, es cómo las autoridades están tan tranquilas y siguen a paso de tortuga dando largas a las transferencias, cuando las instituciones autorizadas tienen claras las cosas con respecto a las próximas precipitaciones.
Las lluvias son inminentes y se vienen con bastante agua, incluso más que los últimos aguaceros.
Y ante esto, parece que el Gobierno está resignado y sólo espera de brazos cruzados que lleguen las lluvias, para llevar las calaminas, poner parchecitos por aquí y por allá, correr con sacos areneros y medio mojarse las botas para ver cómo pueden ayudar a los damnificados, puro show finalmente, porque desde el primer semestre del año se habló de la ocurrencia de este fenómeno en diciembre 2023- marzo del 2024. Pero, pasaron semanas y meses, haciendo una inmensa lista de actividades que hasta ahora ni siquiera empiezan. Eso es lo que hay, esas son las autoridades que tenemos.