En el pellejo de una ardilla: el otro ángulo de la lucha por el parque de Santa Isabel
junio 19, 2023
Autor: Victor Palacios
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Por: Adriana Collazos Rojas 

Las ardilla no hablan, pero lo que sabemos de ellas nos dan licencia para imaginar lo que una de ellas nos diría a puertas del polémico festival chino «Luces del Oso Panda», una fiesta a la que no todos han sido invitados.

Para cualquiera de nosotros quedarse sin casa, sin un techo, es un suceso bastante triste. Sin embargo, podemos quejarnos, podemos presentar una denuncia, alzar nuestra voz de protesta.

Cambiemos ahora esa voz humana por chillidos, pequeños ruidos de patas cortas en movimiento o el sonido de un cuerpo diminuto arrastrándose. Eso ocurre en el parque de la urbanización Santa Isabel.

El festival chino «Luces del Oso Panda» no solo ha provocado una disputa entre vecinos ecologistas y los organizadores del evento cultural; también ha desatado una guerra entre estos y los animales que habitan los árboles y el área verde del parque. A pesar de que la OEFA ha advertido un posible riesgo ambiental, la Municipalidad Provincial de Piura ha decidido continuar con el festival. ¿Qué nos diría una ardilla si pudiera hablar, si pudiera decirnos lo que piensa al haber perdido la paz y la vivienda? En esta «entrevista» intentaremos darle voz a la muda naturaleza.

-No sé cómo podría llamarte, no sé si tienes un nombre…

-Llámame Lucas, me gustan los nombres que se sirven con una pizca de prudencia.

-Está bien, Lucas. El festival chino va a continuar. ¿Qué pasa por tu cabeza en este momento?

-Creo que solo una cosa: decepción. Las autoridades deben proteger no solo a los contribuyentes de moneda metálica, sino también a nosotros, los animales que también contribuimos a mantener cierto equilibrio natural. ¿Te imaginas qué pasaría si cualquiera pudiera hacernos lo que quisiera? Si no nos venden como piel, terminaríamos en una olla, o tal vez nos volveríamos demasiado hostiles, como ratas, y nos fumigarían, apalearían, quemarían, envenenarían, matarían…

-Entiendo tu malestar, pero la ciudad es humana, predominantemente humana…

-¡Vaya idea la de humanidad! Si crees que humanidad es imponer el cemento, las luces, la fiesta y demás cosas, entiendo que los animales no te importen tanto. Pero no puedes negar la realidad: nosotros, los animales -que tenemos alma de segunda clase, como enseñan en una universidad por aquí cerca- somos necesarios para mantener una dinámica natural; si no existiéramos, muchos cambios pondrían en peligro incluso la vida de esos superiores humanos. El equilibrio ecológico, las cadenas alimenticias, etc., no pueden ser reemplazadas por un festival ni por una orden municipal.

-¿No estás exagerando? ¿Un festival pone en peligro tantas cosas?

-El festival no solo es una fiesta llena de luces y palabras que no he escuchado ni en un chifa…

-¿Vas a los chifas?

-Poco; siempre por las verduras al vapor. No como carne.

-Como sea, me decías que el festival no es solo luces…

-¡Sí! Un festival como el que se organiza no solo es la parte bonita. Instalar tantos fierros, tantos cables nos perturba, nos provoca estrés y altera toda nuestra rutina. ¡Somos vecinos, nuestra contribución pasa hasta por hacer este lugar un espacio bonito y diverso! ¿Eso no nos hace sujetos de derechos? Nos hace mucho más productivos que muchos que andan por aquí y debe arbitrios y anda ve qué cosas más…

-Hay vecinos que te apoyan y no solo a ti, sino también a los pacasos.

-Sí, ayer comentaba eso con Marco, el pacaso más viejo, y me parece justo que haya gente interesada en nuestro bienestar. Quiero que quede claro esto: De ningún modo, queremos que la cultura y la naturaleza riñan. Sería mejor si hubiera complementos. Los antepasados nuestros y los de ustedes lo entendieron muy bien, las ciudades de la antigüedad equilibraban lo natural y lo artificial. Pero aquí, no, aquí, en medio de colegios, universidades, restaurantes, malls y automóviles, reina la ley del más fuerte, la de la selva.

-¿Pero tú crees que un día los organizadores dijeron: «Vamos a malograr la pacífica vida de las ardillas»?

-No creo que lo hayan pensado así; de hecho, el problema es que nunca nadie piensa en las consecuencias de sus actos. Si alguien pensara en el impacto de tumbar un árbol, de dejar secar el césped o de desperdiciar el agua -y ya vienen los carnavales-, la cosa sería muy distinta, ¿no crees?

-Las preguntas las hago yo, ardilla Lucas…

-Sí, entiendo, entiendo. Disculpa.

-Entonces, no crees que haya mala fe.

-Mala fe, no. Lo que hay es ignorancia, creencia de que un animal, como no habla y no piensa como ustedes, no sentirá nada. ¿Qué importa llenar de cables un árbol o hacer bulla todo el día, si los animales tienen todo el mundo para ellos y pueden dormir donde se les antoje? Así piensan muchos. La ignorancia puede ser criminal a veces.

-Ustedes no podrán hablar, pero tampoco son manquitas. Se han defendido, han mordido cables, han recurrido al vandalismo.

-Sí, como un zurdo en marcha anti-Keiko, ¿no? (ríe).

&

-Eres injusto con la izquierda que a veces se compra tus pleitos ecologistas.

-¿Vamos a hablar de modas o de mi derecho a la legítima defensa? (Respira fuerte) Lo que aquí ha ocurrido es que unas personas han invadido nuestro hábitat -quién sabe con permiso de quién- y ha llenado nuestros árboles, nuestras viviendas, de cables; está instalando estructuras que nos impiden el libre tránsito y, por tanto, el derecho natural a alimentarnos. Recuerda que un grupo de vecinos hizo un llamado por esto, pero ni a ellos les han hecho caso. El asunto teníamos que tomarlo en nuestras patas y hemos intentado sabotear el festival, hemos mascado algunos cables, hemos hecho un par de destrozos…

-No te has portado bien…

-Ustedes tampoco. Nosotros nos hemos defendido. Si alguien va y te saca de tu casa, ¿no harías lo que esté en tus mano para recuperarla?

-Aún así el festival va. ¿Qué le dirías a las autoridades municipales?

-Soy muy franco, pero calmado: creo que las autoridades incurren en un error derivado de su ignorancia sobre el equilibrio ecológico, sobre el rol de determinadas especies. Los organizadores pueden equivocarse, pero no las autoridades. Sería bueno que en la nueva gestión haya gente más capacitada. Más sensible, al menos.

-Hablas del rol de las especies. ¿En qué ayudas tú, por ejemplo?

-Una ciudad inteligente sabe sacar partido de nosotras, las ardillas. En mi caso, yo recojo semillas. Todas lo hacemos. Comemos y escondemos semillas donde podrían crecer nuevos árboles. Ya sabes, un árbol más hace que la ciudad se vea más hermosa pero, sobre todo, hace que sea una ciudad sana. Imagínate una ciudad sin árboles. ¿Cuántos enfermos tendrían los hospitales? Si no pueden con la demanda de ahora, difícilmente lo harán mejor con más gente con los bronquios próximos a la caducidad.

-Pero en muchos países donde ni las tocan, ustedes se convierten en plaga. ¿Lo vas a negar?

-Por eso decía que una ciudad y la naturaleza no deben competir, sino armonizar. En efecto, si nos dejan de nuestra cuenta, nos convertiremos en miles, pero la solución no es matar. ¿Te faltan árboles? Lleva a las ardillas a reforestar esos sitios grises. Podría haber políticas de redistribución y aprovechamiento -ojo, que en verano nos reproducimos más-. Los festival, por más que tengan el nombre de un animal amenazado, como el oso panda, no ayudan a nada de eso. Encima, todo se convierte en un muladar. Afectas al medioambiente y te afectas a ti mismo.

-Eres bastante elocuente, Lucas.

-Ya me lo han dicho.

-¿Quisieras decirle algo a los lectores de nuestro diario? Muchos ahora saben cómo piensa una ardilla.

-No solo queremos que sepan cómo pensamos, sino también qué sentimos. Las ardillas nos sentimos amenazadas, tenemos miedo, y el miedo acarrea violencia.

-¿Quieres decir que van a sabotear el festival?

-No lo sé; tal vez para entonces ni siquiera queramos luchar o nos habremos ido o nos habrán cazado. Ya sabes, «para no molestar».

-Entiendo. Continúa.

-Yo entiendo que a muchas personas esto pueda parecerles banal o intrascendente, pero para nosotros es hablar de nuestra vida, de nuestro entorno. Si pudieran ponerse en el pelo y el pellejo de una ardilla, la ciudad sería distinta. ¿Te suena la palabra convivencia? Sí, eso ocurriría.

-Gracias, ardilla Lucas.

-A ti. ¿Esto saldrá, cuándo?

-Lo conversaré con mi editor.

-Okay.

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Victor Palacios
Editor web de El Tiempo y La Hora. Periodista y fundador del equipo digital del diario El Tiempo. Comunicador con experiencia en Marketing Digital, Data Analyst, SEO, Web Design, Email Marketing e Ecommerce.