Ya lo dice el refrán: desayuna como un rey, almueza como un príncipe y cena como un mendigo. Y ahora lo certifica la ciencia.
Los científicos han vinculado los horarios de nuestras comidas con los ritmos circadianos de nuestro cuerpo, los cuales pueden tener que ver más con nuestro peso de lo que se creía hasta ahora.
Un estudio de la Facultad de Fisiología de Murcia (España) concluyó que las mujeres que adelantaron los horarios de sus comidas perdieron más peso que aquellas que tenían horarios más tardíos.
Otra investigación, esta vez de la Universidad de Illinois (Estados Unidos) precisó que desayunar más tarde estaba relacionado con un índice de masa corporal más elevado.
Un reloj en cada célula
Quizás piensas en el reloj biológico como algo que apenas determina cuando duermes, pero en realidad tiene muchas otras funciones.
Hay «relojes» en prácticamente todas las células del cuerpo. Nos ayudan a despertarnos pero también a regular la presión arterial, la temperatura corporal, los niveles hormonales y ahora piensan que también pueden controlar la forma en la que procesamos los alimentos.
«Tenemos un reloj biológico que determina el mejor momento para que ocurra determinado proceso metabólico en un marco de 24 horas», explica la doctora Gerda Pot, profesora adjunta en Nutrición del King’s College de Londres.
Por su parte el doctor Jonathan Johnston, profesor de cronobiología y fisiología de la Universidad de Surrey, en Reino Unido, le explica a la BBC que se ha comprobado que nuestros cuerpos no procesan los alimentos igual por la noche que por el día, pero que aún se desconocen las razón de ello.
Algunos expertos afirman que nuestro cuerpo necesita menos energía por la noche, pero -según Johnston- hay pruebas que lo vinculan este fenómeno con los ritmos circadianos.
Vía BBC