El Perú, especialmente la región Piura experimenta desde hace varios años lo que los sismólogos denominan el “silencio sísmico”, es decir la ausencia de grandes movimientos telúricos que podrían alcanzar una magnitud de 8 grados en la escala de Richter, advirtió el Ing. Carlos Silva Castillo, especialista estructural y docente del área de Estructuras y Estructuras de la Facultad de Ingeniería Civil de la Universidad Nacional de Piura (UNP).
El docente universitario refirió que, hasta la fecha, la ciencia sísmica todavía no puede predecir, menos asegurar cuándo y dónde va a ocurrir un movimiento sísmico.
“Lo que más o menos se tiene es la periodicidad o periodo de retorno de un movimiento sísmico para un determinado lugar geográfico. Eso significa que en cualquier momento puede presentarse la eventualidad de un sismo”, aseveró.
El especialista sustenta su hipótesis en el hecho de que el Perú se ubica sobre una placa de la corteza terrestre que se conoce como la “placa Sudamericana” teniendo al frente a la “placa de Nazca” cuya interacción es continua y por tanto acumula energía telúrica la misma que al liberarse produce los movimientos de la corteza terrestre que se conocen como temblor, sismo, seísmo o terremoto.
Adicional a ello, remarcó que el Perú se encuentra en una parte de la Tierra que se conoce como el “Cinturón de Fuego” que viene a ser la zona sísmica más activa del mundo, por lo que en esta área ocurren casi el 85% de los sismos que hay en el planeta. “Entonces hay que entender que por naturaleza, el Perú es un país”, subrayó.
En ese sentido explicó que los movimientos de la Tierra vienen a ser completamente naturales y no tienen que ocasionar algún tipo de miedo, de creencias absurdas o apocalípticas, dado que el sismo viene a ser tan normal como lo es el fenómeno de El Niño en nuestro país o como vendrían a ser los huracanes en otros países. En conjunto son manifestaciones de la naturaleza que ocurren frecuentemente.
Bajo ese contexto demandó la promoción de una cultura de la prevención entre la población para estar advertidos ante la eventualidad de un sismo.
“Tenemos que ser conscientes de que en cualquier momento puede haber un sismo y la cultura de prevención que involucra varios aspectos tan simples debe partir desde casa y se debe promover desde nuestros hijos”, recomendó el especialista.
Sostuvo que al hacer referencia sobre la prevención se debe tener en cuenta detalles como dejar espacios libres, corredores y escaleras despejadas, identificación de zonas seguras en nuestras viviendas y trabajo, las puertas que por cuestión de protección ante situaciones delincuenciales se colocan barreras o “trancas” que muchas veces resultan trampas mortales para los habitantes de esas viviendas.
Siguiendo la línea de la prevención, sugirió la implementación de la “mochila salvadora” que debe estar colocada al costado de la puerta de ingreso a la vivienda y que debe contener alimentos no perecibles, agua apta para el consumo humano, frazadas, linterna de mano, una radio, entre otros elementos básicos que permitan hacer frente a la eventualidad de un sismo.
En ese norte dijo que lo peor que puede suceder ante un movimiento sísmico es la actuación intempestiva de la población, es decir que pueda entrar en pánico y salir en estampida humana de sus viviendas y áreas de trabajo.
Igualmente recomendó que la identificación de zonas seguras en las viviendas y trabajos debe estar siempre bajo la orientación de un especialista estructural que permita visualizar y señalar las zonas más seguras para la protección de la vida humana.
Teniendo como premisa que “la protección de la vida humana es primordial ante cualquier situación”, comentó que las Normas Técnicas de Construcción velan por salvaguardar la vida humana y por tanto, así como se diseñaron programas para combatir la pandemia del Covid 19, también se promuevan programas que trabajen en la evaluación de las edificaciones existentes, edificaciones vulnerables o las más antiguas para determinar su vulnerabilidad.
Finalmente hizo una reflexión: “No alberguemos la cultura del miedo, tenemos que ser conscientes que un sismo es natural, que no es el fin del mundo, que no es la gran desgracia. Solo nos queda asumir que la vida humana no tiene precio al momento de la seguridad, que la construcción de las edificaciones cuando se construyen de acuerdo a las Normas Técnicas Peruanas, la población está resguardada ante la eventualidad de un sismo y confiar en Dios y en las autoridades”