A plena luz del día y a vista y paciencia de las autoridades, la prostitución en la Perla del Chira, gana terreno de manera incontenible.
Desde las 10:00 de la mañana, el meretricio se ejerce a pocas cuadras de la Plaza de Armas de la ciudad, en la cara de los policías y serenos.
Calles como Espinar, son disputadas por lugareñas, venezolanas, colombianas y ecuatorianas, quienes esperan a sus clientes cerca de hoteles, donde ofrecen sus servicios por precios que oscilan entre 40, 50 y 80 soles, dependiendo de su belleza y la calidad del cuarto que usen para ejercer el oficio más antiguo del mundo.
AUMENTA INSEGURIDAD
En la calle Espinar con transversal Lima, usualmente hay entre tres y cuatro féminas, que llegan solas, o ante el llamado de un conocido cliente. “Antes eran más discretas, tenían recato. Ahora se ponen hasta en grupo de seis; en la Juan José Farfán hay otras cuatro. Por aquí pasan niños, madres de familia. Mi mamá ya ni puede asomarse”, nos dice Ricardo, uno de los vecinos afectados por la situación.
AGRESIONES
Otro morador contó que reclamó a las mujeres porque ofrecía caricias obscenas a un adulto mayor; pero en respuesta, los clientes rompieron todos los vidrios de las ventanas.
‘Claudia’, como se hace llamar una de las prostitutas de la zona, a quien abordamos fingiendo ser clientes, asegura que a unos metros están sus cuidadores. Ella sostiene que está allí desde que se levantó la cuarentena, pues los prostíbulos están cerrados. Hace meses que no se hace un control sanitario y sabe que puede contagiarse de coronavirus u otra afección.
“Es cierto que uno se expone, pero no hay de otra, también hay bares donde las chicas se ofrecen, pero debes tomar con ellas y luego pagar 100 soles para que las dejen salir. Mejor me vengo aquí porque es más rápido”, cuenta uno de los parroquianos, quien dice que los sábados llegan más mujeres extranjeras.
‘PROSTIHOTELES’
LA HORA, constató que la calle Espinar están los hospedajes ‘Ensueño’ y ‘Aries’, donde por veinte o treinta soles las mujeres pasan a las habitaciones con sus clientes. Esto parece ser un negocio rentable para los propietarios, pues los hoteles se vieron afectados por pandemia.
Asimismo, en la calle Juan José Farfán, con transversal Lima hay una docena de mujeres ejerciendo la prostitución. Hace dos semanas, las calles Grau y Ugarte, con transversal Callao, también fueron tomadas por mujeres de cartera y pantalones ajustados.
Juan Carlos, uno de los vecinos de esta zona, cuenta que la prostitución ha traído consigo mayor delincuencia. “Ayer asaltaron a mi hija, le robaron su celular. Son los mismos que cuidan a las mujeres. He ido a la municipalidad he presentado cinco quejas y nada. Pasa Serenazgo, la policía y nada. Sullana es un gran burdel y nadie hace nada”, manifestó.