La joven asegura que tuvo una revelación de su madre durante su estado de coma. Tras esto, buscó y forjó una amistad con el hombre que asesinó a su progenitora.
Sharlene fue asesinada en abril de 1993 por Jason Clark, un sujeto que la asaltó en un cajero automático en Australia. El hombre apuñaló a la mujer de 22 años, dejando huérfana a su pequeña de poco más de un año. Lo increíble es que 29 años después, Clark se ha convertido en uno de los amigos más cercanos de la hija de Sharlene, quien ahora tiene cuatro bebés, es activista y escritora.
La hija biológica de Sharlene, Mariah Lucas, tenía solo 15 meses de nacida cuando su madre falleció. Ella recuerda haber escuchado historias de su progenitora mientras crecía, sobre su amor por el canto y el baile, pero nunca sobre las circunstancias de su muerte. Fue recién cuando cumplió 12 años que la identidad del asesino le fue revelada. Sin embargo, nunca consideró hacer nada con esa información.
Todo cambiaría cuando una operación de extracción de muelas de juicio se le complicó, produciendo una infección y dejándola en coma. Durante dicho periodo, ella jura que habría tenido visiones de su madre fallecida.
“Mi corazón se detuvo y vi a mamá, (estaba) parada allí en la brisa, con un vestido blanco. Mis manos se extendieron hacia ella, pero ella sonrió y negó con la cabeza. Al volver en sí, sentí paz”, explicó durante una entrevista en un medio internacional.
Al despertar, Mariah interpretó la visión como un mensaje que le pedía perdonar al asesino de su madre. Pese a las negativas de su familia, la mujer decidió escribirle una carta de cinco páginas a Jason, donde le ofrecía perdón y rehabilitación.
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El encuentro con el asesino de su madre:
Un mes después de que Mariah enviara la carta, Javier Stauring, director ejecutivo de Healing Dialogue and Action, una organización benéfica para víctimas de homicidios, le escribió a la joven para ofrecerle una reunión con Jason, quien ya podía salir de prisión con libertad condicional. Ella aceptó.
“Estaba sentado en una silla temblando y respirando con dificultad, con lágrimas en los ojos”, describió Mariah. “Todos mis nervios desaparecieron. Sin siquiera pensarlo, me acerqué a él y nos abrazamos”, prosiguió.
La mujer conversó con Jason sobre las razones detrás del asesinato. En esa línea, escuchó cómo contaba que el consumo de drogas y la desesperación lo habían convertido en el cascarón vacío de una persona funcional.
El inicio de una nueva amistad:
Tras la reunión que duró tres horas aproximadamente, ambos fueron a cenar y, una semana más tarde, se juntaron con los hijos de Mariah, quienes tenían seis, cuatro y dos años. Jason recuerda que ella le dijo lo siguiente: “Conocerás a los nietos de mamá. Ella nunca tuvo esa oportunidad.”
Los menores no recibieron explicaciones sobre quién era Jason. Solo les comentaron que era el responsable de que la abuela no esté presente para verlos crecer.
Según cuenta Mariah, año tras año, la amistad entre ambos ha crecido.
Actualmente, Mariah trabaja junto a organizaciones benéficas sobre la reforma penitenciaria. “Aprecio mucho mi amistad con Jason. A través de él, aprendí el increíble poder curativo del perdón”, afirma.
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