Un brutal ataque armado sacudió la ciudad de Querétaro, en el centro de México, cuando hombres armados irrumpieron en un bar y asesinaron a 10 personas el sábado por la noche. El ataque, que también dejó al menos siete personas heridas, ha elevado la preocupación sobre la creciente violencia relacionada con el narcotráfico en la región, a pesar de que Querétaro ha sido históricamente una de las ciudades más seguras del país.
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Según el informe de las autoridades locales, los sicarios llegaron en una camioneta y abrieron fuego en el interior del bar «Los Cantaritos». Los atacantes, que se identifican como miembros de bandas criminales, dispararon a quemarropa, dejando un saldo de 10 muertos, entre los que se encontraban tres mujeres. Los servicios de emergencia confirmaron la llegada de al menos cuatro hombres armados con rifles de asalto. Tras el ataque, el vehículo utilizado fue encontrado abandonado e incendiado.
El secretario de Seguridad Pública de Querétaro, Juan Luis Ferrusca, informó que un sospechoso fue detenido en relación con el ataque y las autoridades están trabajando para identificar a todos los responsables. “Todo el sistema de seguridad de Querétaro está movilizado para encontrar a los delincuentes. Los responsables de este brutal acto serán sancionados”, dijo el gobernador del estado, Mauricio Kuri, a través de sus redes sociales.
El ataque ha generado un profundo temor entre los habitantes de Querétaro, ya que la ciudad ha sido conocida por su tranquilidad y estabilidad en comparación con otras regiones de México afectadas por la violencia. Sin embargo, la creciente presencia de bandas vinculadas al narcotráfico en el país ha alterado esta imagen. Desde 2006, la espiral de violencia relacionada con los cárteles de la droga ha causado más de 450,000 muertes en México.
Este ataque en Querétaro se enmarca en una serie de incidentes violentos que han ocurrido en el país en los últimos meses. En el noroeste de México, particularmente en zonas controladas por el cártel de Sinaloa, se ha intensificado la violencia tras el arresto de Ismael «El Mayo» Zambada, uno de los líderes más poderosos del narcotráfico. A su vez, el sureño estado de Guerrero ha sido escenario de luchas territoriales entre bandas criminales.
El gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum enfrenta el desafío de frenar la violencia y las actividades de los cárteles, sin recurrir a la estrategia de confrontación directa. La administración continúa con su enfoque de combatir las causas sociales de la criminalidad, como la pobreza y la falta de oportunidades, mientras intenta contener el avance de la violencia en varias regiones del país.