En un acto que ha generado gran polémica, la Municipalidad de Ate empleó un camión cisterna para desalojar a vendedores ambulantes de la avenida Nicolás Ayllón en Lima.
La medida de liberar la vía pública, provocó un enfrentamiento directo entre los comerciantes informales y los trabajadores municipales, resultando en empujones y forcejeos por ambas partes.
Los ambulantes, enardecidos intentaron protegerse de los potentes chorros de agua utilizando las mantas de plástico donde exhiben sus productos. La desesperación llevó a algunos incluso a subirse a la unidad vehicular en un intento por detener el flujo de agua que estaba mojando sus puestos de venta y mercadería.
«Ya estaba echando agua acá, de ahí regresó otra vuelta. Estábamos atendiendo acá, y otra vuelta ¿cómo nos va a echar agua? No nos dan un sitio para trabajar. La gente que no tenemos trabajo, ¿acaso no tenemos derechos?», declará una adulta mayor y comerciante.
«Los ambulantes sufrimos. Si no hacemos algo, no hay trabajo, no hay nada. Tengo 81 años, tengo que hacer algo para poder vivir. Trabajo no tengo, y necesitamos para alquiler de la casa y para el agua. Con esto trabajamos y vivimos», declaró otro ambulante desalojado.
¿Fue una medida justa?
La Municipalidad de Ate no se ha pronunciado al respecto, siendo esta una medida muy controversial y criticada debido a los accidentes que pudo provocar. Sin embargo, bien recibida por otra parte de la población cansada del desorden y la informalidad.
Este tipo de medidas drásticas plantean una serie de cuestionamientos sobre las políticas municipales hacia el comercio informal y los derechos de los trabajadores de escasos recursos. Mientras las autoridades buscan mantener el orden y la limpieza en las vías públicas, los comerciantes ambulantes demandan soluciones más humanas y sostenibles que les permitan ganarse la vida sin ser objeto de acciones tan contundentes.
En situaciones similares en otras ciudades, se han implementado programas de reubicación y formalización que no solo permiten a los comerciantes continuar con sus actividades, sino que también contribuyen a la economía local de manera organizada. Sin embargo, en Ate, los comerciantes expresan que no se les han ofrecido alternativas viables y sienten que sus derechos están siendo ignorados.