Un día como hoy, 27 de julio de 1834, nació en la ciudad de Piura «El Caballero de los Mares».
Don Miguel Grau Seminario nació en Piura el 27 de julio de 1834.
Se trasladó desde muy pequeño al puerto de Paita. En 1843, a la edad de 9 años, se embarcó en un buque mercante, iniciando así su carrera en el mar. Durante diez años navegó en diferentes buques veleros, balleneros, mercantes, y guaneros. A los 19 años dejó la marina mercante para iniciar una brillante carrera naval que lo llevaría a un sitial insospechado en la historia de nuestra patria. Para ello, solicitó su ingreso en la Armada, siendo embarcado en la fragata Apurímac con el grado de guardiamarina.
Dos años después le sería otorgado el grado de Alférez de Fragata en atención a sus excepcionales cualidades profesionales, así como por su espíritu marinero y férreo carácter, demostrados en cada uno de los cargos que le tocó desempeñar, ganándose por ello el aprecio y admiración de sus jefes y subalternos.
En 1864, frente a la amenaza de reconquista emprendida por España, es enviado a Inglaterra con la Comisión destinada a la adquisición de nuevas unidades de guerra. Data de esos tiempos la compra de las corbetas Unión y América y la construcción de los blindados Independencia y Huáscar. A Grau, con el grado de Teniente Primero y Capitán de Corbeta, le tocaría asumir el Comando de la Unión, y sería a bordo de dicha nave en la cual demostraría sus dotes de excelencia en la memorable jornada del 7 de febrero de 1866 durante el Combate Naval de Abtao, en el que naves peruanas rechazaron la atrevida amenaza hispana.
En 1868 es nombrado comandante del monitor Huáscar, iniciándose así aquel legendario binomio que estaría destinado a escribir las más gloriosas páginas de la historia naval peruana. Al mando de dicho buque permanecería hasta el fin de sus días, con excepción de los intervalos en que, llamado por la civilidad, desempeñó con distinción la diputación por Paita en el Congreso de la República en los años 1877 y 1878, y posteriormente, ese mismo año, el cargo de Comandante General de Marina. En 1879, año trascendental para nuestra historia, el Perú se vio envuelto en una infausta guerra: la Guerra del Pacífico.
Nuestra Escuadra, por aquel entonces se hallaba en condiciones precarias y ello por la desidia de nuestros gobernantes, situación que el propio Grau, cuando desempeñara la Comandancia General, intentó corregir, no siendo sus meditadas prevenciones tomadas en cuenta por el gobierno. A tan sólo 50 días del estallido de la guerra, nuestro héroe fue nuevamente destinado al mando del Huáscar. A partir de ese momento, y por casi seis meses, se convertirían en el terror de la Armada chilena. Sus rápidas incursiones en los puertos de Chile causaron tremendas pérdidas y gran impacto en la opinión mundial.
Mientras se mantuvo navegando, Chile no pudo desembarcar un solo hombre en nuestro territorio. Así, participa en los combates de Antofagasta, de Iquique, en la captura del vapor chileno Rímac y en el bombardeo a las plazas fortificadas enemigas, hasta el epílogo en Angamos. En el Combate Naval de Iquique se hizo patente el humanismo y la nobleza de Grau, al rescatar al enemigo, al evitar el bombardeo de poblaciones indefensas y sus dotes de caballero al evidenciar un sincero pesar por la muerte del comandante chileno Prat.
Fue tal la prestancia y abundancia de sus virtudes y sus hazañas, que se mantiene como un símbolo y paradigma de nuestra Marina. Sin embargo, la suerte no podía ser eterna, y la desventaja material frente al enemigo sería la que decidiría el curso de los acontecimientos. La escuadra chilena en pleno tuvo que hacerse a la mar para darle caza al monitor bajo el mando del intrépido Grau, siendo acorralado por dos acorazados y otros cuatro buques la mañana del 8 de octubre de 1879 frente a Punta Angamos.
En aquella inolvidable lucha desigual nuestro Gran Almirante se batiría heroicamente acompañado de un valeroso grupo de jefes, oficiales y tripulantes con quienes pasaría a la inmortalidad.